Este mes de febrero fue un poquito fuera de la
rutina. Trata más de viajes y de encuentros que de trabajo propiamente dicho.
Para empezar, fui una semana en Italia, a Salerno,
con otros 3 voluntarios para representar a nuestra asociación en un proyecto
europeo que consiste en intercambiar las practicas entre profesionales que
trabajan en centros juveniles y prisiones. Entonces, fuimos a ver algunos
centros, hicimos reuniones,
visitamos el Paestum y comimos muchísimo y muy muy
bien. De este viaje, puse conocer más del interior cómo se gestiona un proyecto
europeo, descubrir un trozo de tierra muy hermoso y también profundar mis relaciones
con mis compañeros voluntarios.
Después de un fin de semana rápido en Murcia, salí
otra vez dirección Málaga o más precisamente la región de Málaga en un pueblo
fantasma, donde hay nadie, Mollina. Fantasma hasta que llegamos los 130
voluntarios para la formación intermedia del SVE. Repartidos en grupos de más o
menos 20, presentamos nuestros proyectos, buscamos nuevos objetivos para el
tiempo que nos queda como voluntarios, hablamos del Youthpass, compartimos
nuestra experiencias…
Hicimos una noche intercultural en la que los voluntarios
de una región se juntan y presentan su región con teatro, música, baile…
Nosotros de Murcia hemos actuado una pequeña escena en la que dos turistas
pedían la dirección de la catedral a dos chicos del
campo murciano que comentaban el físico de la mujer de uno de
ellos. Todo eso con el delicado acento murciano. Por fin, acabamos la
formación con un flash mob y pues nos encontramos en el único bar del pueblo,
el de Paco. Esta formación dio un empujón a mi motivación, me permitió
compartir conocimientos – por ejemplo a propositito del medio ambiente - y
encontrar a muy buena gente.
¡Os digo al mes próximo!
Solène
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